Imaginación o realidad

Hay muchas formas de encarar las historias. Yo prefiero que sean casi siempre producto de mi imaginación y no basadas en hechos reales, más allá de que puedan (y contengan) elementos de la vida cotidiana.

Esta elección tiene una fundamentación interna, que así quedará para no develar toda la intriga, y otra externa: creo que aporta un rasgo de originalidad y me permite alejarme de ciertos clichés en los que caería.

Dicho esto, por supuesto que utilizo en mis cuentos y relatos todos los elementos de nuestro imaginario colectivo que permiten darle sustento y verosimilitud. Por ejemplo: máquinas que adquirien niveles elevados de inteligencia, el miedo innato del hombre a las fuerzas desconocidas de la naturaleza o juegos que practicaba de pequeño. También recurro a la cita eventos y personajes (reales o inventados por artistas) entre otros trucos que simplifican el nexo con el lector y lo hacen sentirse parte de la historia que leen.

En «Tragadero» solo existe un cuento que tiene su correlato (distorsionado) en la vida real: es la historia que involucra a los integrantes del grupo literario «Los Infames Chaco», el cual integro, quienes se ven envueltos en una trifulca de proporciones descomunales como resultado de lo que aparenta una inocua discusión sobre la construcción de un texto en común. Aquí lo único verídico es el grupo y mi nombre, todo lo demás está adaptado a los fines de la trama: integrantes, nombres, lugares y situaciones.

No está de más decir que admiro a quienes escriben obras basadas en situaciones de la vida real y realizan un trabajo casi arqueológico para representar fielmente lo sucedido. No obstante debemos tener siempre presente que la narracción será siempre ficción por muchos elementos de la realidad que se le introduzcan.

Espero que esta breve reflexión sea útil y te motive a escribir, no importa como. Porque al final de cuentas la elaboración del arte es un proceso único e individual y, por más que nos esforcemos, la construcción del significado quedará siempre en manos de quien nos lea.

¡Nos vemos!

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