Por: Marco Fernández Leyes
El mate caliente hace mal al estómago, lo sé. Pero me gusta así, que queme la lengua y con bastante azúcar. Bien dulce. Es la única manera de pasar este frío, porque si hasta los árboles se amargan cuando llega el invierno. Para eso sirve el mate hirviendo, también para alejarla de mis pensamientos.
Dicen que el planeta se calienta, ja, que vengan un par de julios a este pueblo de mierda a ver si siguen pensando eso. Calor era el de antes, ese que te mareaba en plena pesca o cocinando un asado. Ahora solo me quedan los amargos, el frío y algún que otro bizcocho. Y esta ventana engañapichanga de un mundo ajeno.
Mirá, ahí recién cae Luis a su casa, son las 7.13, capaz discutieron, si no no se explica qué carajo hacía en la calle con este tiempo. La verdad es un tipo raro. Mañana cuando venga el del reparto tengo que pedirle arandelas, bulones, tornillos y un par de válvulas para inodoro. La gente caga y se apura en rajar del baño, por eso rompen todo. Mejor para mí. Luis tiene pinta de ser uno de esos, seguro y disfruta del bidet.
Otro día de mierda, casi las doce y no vendí nada. Por eso este pueblo se hunde. Porque la gente es tacaña y si algo se rompe no lo cambian, le meten cinta o un trapo y listo. Total que se funda el viejo choto de la ferretería. Ya van a venir tímidos a pedirme algún cosito. Sí, acá tenes tu cosito para el coso. ¿Que cuánto cuesta? Mil ochocientos pesos ¿Que en la ciudad sale la mitad? Y bueno, andá hasta allá entonces ¡Mira vos! Vas a gastar más de mil ochocientos si te vas a buscarlo. ¡No sabés cuánta pena me da! Pero si te lo rebajo pierdo guita. Bueno, hagamos esto: solo porque sos vos te lo dejo en mil seiscientos. Así abrocharé a uno tras otro.
¡Matecito calentito para el viejo! ¡Cómo te extraño, viejita! Aprieta y aprieta el ofri, pero no me voy a quedar a gamba. Siempre acá, firme desde las siete hace cuarenta años. ¡Epa! ¿De nuevo? Miralo vos a Luisito, volvió a dormir afuera. Semejante piratón había sido ¿Habrá viajado ella o se rajó a la puta y lo dejó solo? Ma sí, qué me importa, bastante tengo con lo mío. Espero que venga temprano el de la obra a llevar su pedido y el proveedor también, porque ya no hay más bulones. Nunca me había pasado eso de quedarme sin bulones. Pero los tiempos cambian, si hasta el vecino parece que anda de malas.
La caja famélica, anhelante. No, querida, a mí no me reclames; hago lo que puedo. Ya te dije que en este pueblo son todos una manga de hijos de puta. Tengo estos cheques si querés, son de pago diferido. La obra no maneja efectivo. Y sí, a mí también me duele. Mirá, me encantaría convidarte unos mates o algo que coman las de tu tipo. ¡No! Guita no, cualquier cosa menos eso. En sesenta días recién, rogá que tengan fondos, que si no quedamos culo arriba para todo el campeonato ¿Qué te da risa? Guacha de mierda, a vos te gustará quedar culito al aire, yo: macho. Bancame que se enfrió el agua, ya vuelvo.
Tres días de demora tiene el proveedor. Lo lamento, mi cielo, me parece que te llenaré recién el lunes. Hoy no hice amargos, me enfríe anoche y tengo miedo de que me caiga peor. Sí, puse las frazadas gruesas. Pero es que heló, cómo pretendes que supiera eso. Dejate de joder, me tenés cansado, no hablemos más hasta la tarde.
Hola, perdoná por lo de esta mañana, reaccioné mal, no tenés la culpa de que me haya enfriado. Y sí, después me quedé dos horas cagando. En el inodoro, no el bidet; estás graciosa. Escuchá, no te imaginás, o sí: otra vez Luis llegó de madrugón. No lo espié, lo vi de pedo después que discutimos. Ese trama algo, no sé qué, pero no me cierra. El tema es que nunca lo agarro cuando sale; solo cuando vuelve ¿Me viste cara de adivino? No haré eso, anda vos si sos tan curiosa. Cierto, no podes. Aguantate entonces, ya sabremos o no. Pero te aseguro que cambió: anda ojeroso y con barba desprolija. Tiene los ojos nublados ¿Que cómo sé? Porque se los ví ¡Sí puedo verlos desde acá, sí que puedo! Lo conozco hace años. Le leo el alma a cien metros si quiero. Andate a cagar, no entendés nada.
Lunes, falta un montón para que se vaya el frío. Ahora incluso está peor, ni el agua se mantiene caliente. Creo que voy a cerrar todo y me mando a mudar. Si me viera la viejita, tirado en la silleta como un pelotudo, con dos cheques pagadios en el bolsillo, sin bulones, escaso de arandelas y tornillos, con un proveedor falluto y muerto de frío. Ella me hubiera arrancado a patadas. Pero no está más. Por algo ha de ser. Sí, algún motivo habrá. Siempre hay uno. Me gustaría saber cuál es el de Luis que otra vez llega de madrugada a su casa.
Tiene los ojos nublados. hace frio soledad☕